Se habla mucho de que vivimos en una sociedad que no se acostumbra a lo no perecedero, que a través de los avances que se vienen sucediendo desde el último siglo, la cosa ha pegado un tirón en todas las facetas, sobretodo en lo que se refiere a la manera de comunicarnos entre nosotros. Parece ser que uno tiene que cambiar más que un escaparate del Corte Inglés porque si no se queda antiguado, pasado de moda y necesita renovarse constantemente porque si no nos hundimos en la ansiedad. Parecer ser que algunos piensan que las tradiciones, no pueden estar sujetas a cambios. Como su nombre indica: arcaico, castizo, legendario, rancio... Deben permanecer en el tiempo aunque no funcionen, aunque algo salga mal, aunque parezca que puedan llegar a extinguirse.

Así parece estar la semana grande de Sevilla. Estancada, inmovilizada, obstruida, atascada y monopolizada por un sector muy crítico que parecer ser el que mueve los hilos del Consejo de Cofradías y de las Hermandades, como si fueran los 5 países con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Y es que el miedo a las críticas hace que esto no pueda seguir manteniéndose a flote, que el pueblo se canse de lo mismo, que nadie de su brazo a torcer por cambiar algo que nunca fue siempre así en temas de recorrido, orden de paso, música... Y nos llevamos las manos a la cabeza por una imagen que salga de hebrea que por la salud y el futuro de la Semana Santa de Sevilla. Al fin y al cabo todo esto parece una contradicción entre los sevillanos y los sevillanos

Gran iniciativa es la que se ha llevado a cabo en la jornada del Martes Santo, dando un paso al frente para la seguridad y el mantenimiento del día y que ha estado expuesta a diversas opiniones, pero que al fin y al cabo son opiniones, y no decisiones sin fundamento ninguno. En estas semanas algunos nos han recordado que la Madrugada estuvo también abierta a este debate o que el Sábado Santo se hacía empezando por la Catedral y nadie se rajaba las vestiduras por ello. Se que a muchos estos chisporroteos y cotilleos es su día a día y lo que les da de comer desgraciadamente, pero con ello se ensucia la imagen de la ciudad y su religiosidad.

Fotografía: Víctor Manuel Cascales Vallejo / @victorm_cv

La eterna contradicción

Se habla mucho de que vivimos en una sociedad que no se acostumbra a lo no perecedero, que a través de los avances que se vienen sucediendo desde el último siglo, la cosa ha pegado un tirón en todas las facetas, sobretodo en lo que se refiere a la manera de comunicarnos entre nosotros. Parece ser que uno tiene que cambiar más que un escaparate del Corte Inglés porque si no se queda antiguado, pasado de moda y necesita renovarse constantemente porque si no nos hundimos en la ansiedad. Parecer ser que algunos piensan que las tradiciones, no pueden estar sujetas a cambios. Como su nombre indica: arcaico, castizo, legendario, rancio... Deben permanecer en el tiempo aunque no funcionen, aunque algo salga mal, aunque parezca que puedan llegar a extinguirse.

Así parece estar la semana grande de Sevilla. Estancada, inmovilizada, obstruida, atascada y monopolizada por un sector muy crítico que parecer ser el que mueve los hilos del Consejo de Cofradías y de las Hermandades, como si fueran los 5 países con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Y es que el miedo a las críticas hace que esto no pueda seguir manteniéndose a flote, que el pueblo se canse de lo mismo, que nadie de su brazo a torcer por cambiar algo que nunca fue siempre así en temas de recorrido, orden de paso, música... Y nos llevamos las manos a la cabeza por una imagen que salga de hebrea que por la salud y el futuro de la Semana Santa de Sevilla. Al fin y al cabo todo esto parece una contradicción entre los sevillanos y los sevillanos

Gran iniciativa es la que se ha llevado a cabo en la jornada del Martes Santo, dando un paso al frente para la seguridad y el mantenimiento del día y que ha estado expuesta a diversas opiniones, pero que al fin y al cabo son opiniones, y no decisiones sin fundamento ninguno. En estas semanas algunos nos han recordado que la Madrugada estuvo también abierta a este debate o que el Sábado Santo se hacía empezando por la Catedral y nadie se rajaba las vestiduras por ello. Se que a muchos estos chisporroteos y cotilleos es su día a día y lo que les da de comer desgraciadamente, pero con ello se ensucia la imagen de la ciudad y su religiosidad.

Fotografía: Víctor Manuel Cascales Vallejo / @victorm_cv